Hoy es el día que celebramos nuestros abuelitos, el amor consentidor que nos acompaña y que es el gran forjador de valores de vieja guardia que ayuda a los padres.
En este día tan especial recuerdo con gran cariño a mis abuelos que cada quien a su estilo, me aporto vivencias increíbles en mi niñez, adolescencia y juventud temprana, así es, tuvo la fortuna de tener mis abuelitos hasta mi juventud temprana, aunque no alcanzaron a verme como padre.
Iniciaré primeramente con los abuelos paternos, en este aspecto, primeramente mi abuela que no fue nada, pero nada consentidora (de hecho en los besos que le dábamos, nos pedía limpiarlos, porque babas sólo las de su marido), aporto las reglas y normas de sociedad, adicionalmente tenía un distintivo de poner frases motivacionales y de reflexión en las ventanas de su casa, lo que hoy serían los posts en redes sociales. Era muy orgullosa de sus raíces y esto era producto de las tradiciones familiares, por ejemplo año con año se organizo un evento familiar en donde todos los miembros de la familia Camiro, nos reunimos en algún lugar de nuestro bello país. Mi abuelo prácticamente no interactuaba con él porque vivió durante mucho tiempo en La Paz, buscando la papa, y con el interactuaba sólo a finales de año, realmente mi convivencia fue en mi juventud y más después de la muerte de mi padre, lo que recuerdo de él, es cuando fue el terremoto del 85, fue el primero en llegar a CDMX desde La Paz a su casa, porque mi abuela estaba en EUA por el nacimiento de uno de mis primos y al abrir su casa y vernos que estábamos sanos y salvos (nosotros vivíamos en Tlatelolco, que fue uno de los lugares que más tragedia hubo en ese temblor), su cara de tranquilidad fue algo que se me quedó de él y más porque no era muy expresivo.
Ahora, con los abuelitos que tuve más cercanía que fueron los maternos, al respecto iniciaré con mi abuelito, un ex militar que por lo mismo era muy estricto, pero que tenía un corazón de oro, debajo de esa rigidez militar, nos consentía en todo momento, por ejemplo recuerdo que siempre nos daba un domingo mi abuelito (diez pesitos que rendían uffffffffff), también armaron una tiendita que era para todos los nietos que éramos un buen de ese lado de la familia pero que la casa siempre perdía, porque prácticamente siempre nos regalaban los dulces. Sus puntadas se me quedaron, que a la fecha utilizo frases del abuelo. Dentro de anécdotas a destacar de ese estilo, si uno le marcaba al teléfono (en ese entonces no existían los teléfonos móviles) y el contestaba, decía bruto este, no ves que estaba dormido, jajajajajaja, momentos priceless; a la hora de la comida, al final le pedía a mi abuelita 5 centavitos, si 5 centavitos de frijolitos, para acabarse las tortillas que tenía en su lugar; para fin de año el decía que preparaba el bacalao, cuando lo único que hacía era picar la cebollita. Después sigue mi abuelita, una solecito, que siempre nos procuraba y consentía sin malcriar, por ejemplo mis abuelitos eran de Oaxaca y mi abuelita, tenía toda la cocina de dicha zona, guisaba exquisito, pero uno de los platillos que nunca pude comer, fue el platillo de migas, por que es una sopa con pan remojado (el pan remojado nunca me gusto) y mi abuelita si había guisado eso y yo estaba visitándolos siempre me cambiaba ese platillo con algo distinto porque sabía perfectamente que no me gustaba. Reitero que de ese lado de la familia tengo mucho primos hermanos, y que la cocina era algo muy distintivo de la casa de mis abuelitos, entonces cuando se le ocurría hacer tamales, los nietos que estábamos en ese momento, ayudábamos a poner la masa en las hojas de maíz para armar los tamales. La abuelita fue la que me hizo que nunca tuviera miedo a los temblores, porque cuando ocurrían y estábamos por ahí de pequeñitos, nos decía que estábamos en un barquito y que las olas habían subido. Una enseñanza que me quedo muy guardado es que era muy agradecida y nada sangrona, recuerdo que la chica que le ayudaba en los quehaceres, comía en la misma mesa con todos.
Ahora, que soy padre, es increíble ver a mi madre y mis suegros, disfrutando su faceta de abuelos en la que se brindan ahora en esa etapa, a consentir a sus nietos como no lo podían hacer con sus hijos y me da nostalgia que mi papá no pudo disfrutar esta etapa, porque se nos adelantó y se que le hubiera encantado ver a mi sobrina y a mis hijos.
A ellos que ya no están, los llevó por siempre en el corazón y a los que están disfrutando estos bellos momentos, muchas gracias por estar ahí en su papel de abuelos, se que mis hijos, siempre los querrán y los tendrán en su corazón y espero en un futuro que sea lejano, porque mis niños están muy chiquillos, disfrutar esa bella experiencia que brinda el ser abuelo.
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